Mes: agosto 2017

El Estrés Laboral y los Estresores Psicosociales

Los factores de riesgo que pueden provocar que el ajuste entre las capacidades, necesidades y expectativas de la persona, y los requerimientos exigidos por su puesto de trabajo no sea adecuado están directamente relacionados con las condiciones en que se organiza el trabajo, su contenido o las características en que se realiza la tarea, que tienen la capacidad de afectar tanto al bienestar o la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo de su trabajo.

Las exigencias psicológicas del trabajo, la autonomía para tomar decisiones y la oportunidad de desarrollarse profesionalmente, como también el apoyo de compañeros, superiores y de la propia empresa, harán que exista un mayor o menor riesgo de que el trabajador acabe desarrollando estrés.

Los factores de riesgo que pueden provocar que el ajuste entre las capacidades, necesidades y expectativas de la persona, y los requerimientos exigidos por su puesto de trabajo no sea adecuado están directamente relacionados con las condiciones en que se organiza el trabajo, su contenido o las características en que se realiza la tarea, que tienen la capacidad de afectar tanto al bienestar o la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo de su trabajo.

Las exigencias psicológicas del trabajo, la autonomía para tomar decisiones y la oportunidad de desarrollarse profesionalmente, como también el apoyo de compañeros, superiores y de la propia empresa, harán que exista un mayor o menor riesgo de que el trabajador acabe desarrollando estrés.

Algunas de las consecuencias del estrés laboral para las empresas son:

  • Mayor grado de absentismo (tramitación de bajas)
  • Abandono del puesto de trabajo (búsqueda de personal suplente, coste económico para la empresa..) o aumento de peticiones de cambio de puesto
  • Deterioro del clima laboral
  • Descenso del rendimiento, la productividad o la calidad de productos y servicios de la empresa
  • Aumento de accidentes laborales
  • Aumento de ineficacia y la des-coordinación
  • Descenso de la satisfacción por parte de los clientes

Respecto a la incidencia del estrés en el ámbito laboral, las estadísticas más recientes indican:

  • Según la encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo (2002 MTAS) entre el 50% y el 60% del absentismo laboral está relacionado con el estrés.
  • La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que el coste de los problemas de salud mental relacionados con el trabajo representa el 3% del PIB de la Unión Europea.
  • De acuerdo con datos ofrecidos por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, aproximadamente 1 de 4 trabajadores europeos aseguran padecer síntomas relacionados con el estrés laboral. Se calcula que en 2002 el coste económico para la UE-15 fue de 20.000 millones de euros.

Existen diversos autores que clasifican dichos estresores según diferentes criterios, de forma resumida se agrupan en tres tipos:

  1. Estresores relativos a la Organización:
  • Jornada de trabajo (rotación de turnos, trabajo nocturno, alargamiento de la jornada, etc.)
  • Promoción y desarrollo de la carrera profesional
  • Comunicación y participación
  • Relaciones interpersonales

2. Estresores relativos a la Tarea:

  • Carga de trabajo excesiva o insuficiente
  • Ritmo de trabajo
  • Contenido de la tarea (“sentido” del trabajo)
  • Conflicto o ambigüedad de rol
  • Control sobre la tarea (nivel de autonomía) y grado de supervisión

3. Estresores relativos al Entorno Físico:

  • Condiciones ambientales (iluminación, ruido y temperatura)
  • Otras condiciones físicas del lugar de trabajo
  • Exposición a contextos físicos peligrosos
Para más información al respecto puede consultarse: MC Mutual. (2008). “Stop al estrés: cómo gestionar el estrés laboral”.

¿QUÉ ES EL ESTRÉS?

El estrés es la respuesta que emitimos ante las demandas del entorno, es una reacción necesaria y adaptativa que tenemos para poder adecuarnos a las nuevas circunstancias.

Definiciones de estrés por expertos en la materia:

sobrecarga humana que depende tanto de la intensidad de la presión como de los recursos con los que cuenta el individuo para hacerle frente” (Selye, 1974).

es una relación entre la persona y el ambiente, en la que el sujeto percibe en que medida las demandas ambientales constituyen un peligro para su bienestar, si exceden o igualan sus recursos para enfrentarse a ellas” (Lazarus y Folkman, 1984).

Desequilibrio (percibido) entre la demanda y la capacidad de respuesta (del individuo) bajo condiciones en las que el fracaso ante esa demanda posee importantes consecuencias (percibidas) para el individuo” (McGrath, 1970)

La sociedad en la que vivimos nos demanda y somete a una infinidad de situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad de respuesta.

Las exigencias y demandas pueden ser de todo tipo, desde las cada vez más elevadas demandas laborales y/o económicas, físicas en relación a belleza y salud, sociales en relación a compromisos y festividades, hasta las responsabilidades domésticas – el llevar la casa, el cuidado de hijos u otros, etc. -, sin olvidar los significativos conflictos interpersonales de nuestra vida personal y laboral.

La respuesta a cualquier aspecto de nuestra vida que percibimos como un reto o una amenaza se conoce como estrés y se traduce en una activación fisiológica del organismo que repercute en nuestro modo de pensar, sentir y comportarnos.

Las consecuencias negativas del estrés se manifiestan cuando las personas sienten que no pueden hacer frente adecuadamente a las exigencias del entorno, o a las que no mismo se impone, amenazando su propio bienestar.

Recientemente, el estrés se aborda desde una perspectiva psicosocial, considerando que las condiciones sociales (apoyo social, aspecto socioeconómico, estatus marital, rol laboral, etc.) pueden estar implicadas en el origen de las experiencias estresantes, ya que las situaciones sociales son capaces de causar altos niveles de estrés, repercutiendo negativamente en la salud, calidad de vida y longevidad (Cockerham, 2001).

Desde esta perspectiva, la experiencia del estrés es entendida como una consecuencia inevitable de la organización social, y no tanto como antecedentes anormales de un trastorno, según se ha mantenido en la Psicología y la Medicina (Sandín, 2003).