
Categoría: ANSIEDAD
EL MIEDO
El miedo es una respuesta emocional primaria que tiene una función apremiante orientada a nuestra supervivencia, movilizarnos a escapar del peligro y/o protegernos del mismo. Es una emoción adaptativa que colabora en la conservación de nuestra especie.
Sentir miedo nos permite anticiparnos a una amenaza o peligro real que nos produce incertidumbre, inseguridad o pone en riesgo nuestra vida. Esta tendencia de acción constituye una respuesta compleja e integrada de la mente y el cuerpo. Se activa el sistema nervioso simpático*, sentimos una subida de la adrenalina*, nos ponemos más en alerta y focalizamos nuestra atención en la situación inmediata. Generalmente, es una respuesta transitoria a un estímulo específico que disminuye una vez que hemos escapado del peligro.
Sentir miedo nos permite anticiparnos a una amenaza o peligro real que nos produce incertidumbre, inseguridad o pone en riesgo nuestra vida. Esta tendencia de acción constituye una respuesta compleja e integrada de la mente y el cuerpo. Se activa el sistema nervioso simpático*, sentimos una subida de la adrenalina*, nos ponemos más en alerta y focalizamos nuestra atención en la situación inmediata. Generalmente, es una respuesta transitoria a un estímulo específico que disminuye una vez que hemos escapado del peligro.
Aunque con frecuencia los términos de miedo y ansiedad se usan indistintamente, son experiencias emocionales diferentes. El miedo es una respuesta emocional fundamental a un estímulo externo real. Por otra parte, la ansiedad es una respuesta a situaciones simbólicas, psicológicas o sociales, en vez de a la presencia física inmediata de peligro. Concretamente, la ansiedad se caracteriza por presentar un conjunto de respuestas psicológicas, fisiológicas y/o conductuales que frecuentemente tienen un componente de miedo asociado.
Adrenalina: Hormona segregada principalmente por la médula de las glándulas suprarrenales, que aumenta la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y la cantidad de glucosa en sangre.
Cuando sentimos miedo al fracaso, miedo al rechazo, miedo escénico, y otros similares, nos referimos a un miedo producido por un componente psicológico y no a un estímulo específico de peligro real en el momento presente. En consecuencia, no sentimos la emoción primaria adaptativa de miedo sino ansiedad ante la situación que lo provoca. Dicha ansiedad puede provenir de respuestas emocionales primarias que se han vuelto disfuncionales, tales como el miedo asociado con diferentes tipos de fobias, o el miedo al bienestar o al contacto interpersonal.
Por lo general, se basan en el aprendizaje y se encuentran inmersas en los esquemas relacionales*. Estas respuestas emocionales fueron inicialmente adaptativas, tal como aprender a tener miedo de la proximidad emocional debido a que ésta se asoció con decepción, control o violencia, o sentir vergüenza debido a que los esfuerzos o modos de expresarse de uno fueron humillados.
En conclusión, gracias al miedo podemos adaptarnos a situaciones de peligro y conservar nuestra vida. Es una emoción natural con un componente social significativo puesto que nos insta a la protección de nuestra propia vida y la de otros reduciendo así, la posibilidad de que actuemos con temeridad.
Por otro lado, cuando se trata de ansiedad producida por miedos psicológicos es necesario valorar si ésta es puntual y/o circunstancial, tal como, plazos de entrega ajustados, obligaciones sociales importantes, empezar un trabajo nuevo, tener un primer hijo, etc. En este tipo de situaciones se trata de una ansiedad leve que puede ayudarnos a mantenernos alerta, mejorar el aprendizaje, resolver problemas de manera eficaz, etc. En definitiva, este nivel de ansiedad es tolerable y corresponde a una respuesta natural de nuestro organismo. Si por el contrario, se trata de una respuesta constante en el tiempo de miedo psicológico que va limitando nuestra calidad de vida, es necesario conocer el esquema relacional desadaptativo subyacente a esos miedos psicológicos y explorarlos con una actitud de comprensión y aceptación propiciada por la propia relación terapéutica.
*Esquemas relacionales: Construcción de significados internos que hemos creado de nosotros mismos y del mundo en relación a las experiencias relacionales vividas.

Parto Traumático
A raíz de mi reciente maternidad, he sido consciente de muchas de las etapas o fases por las que pasa una mujer a lo largo de la gestación, del parto, el postparto y la crianza.
En muchas de esas fases la mujer se siente o se ha sentido sola. Aquí quiero hablar específicamente del Parto, y en concreto, de aquellos partos que resultan traumáticos para la madre y probablemente para el bebé.
Tanto por mi práctica clínica como por mi curiosidad innata por conocer la experiencia única de otras personas, he podido escuchar y atender muchas experiencias relacionadas con el parto. Muchas de éstas resultan ser traumáticas para la madre, y en consecuencia, para el bebé.
En mi propia experiencia personal, sentí la necesidad de «expresar» aquello que experimenté como más duro y/o traumático, y no pude pasar página hasta que no hice algo reparador con ello.
Cuando la experiencia es traumática podemos tener flash backs, pensamientos intrusivos, imágenes o recuerdos intrusivos, sueños y/o pesadillas, entre otros. Esta es la manera que tiene nuestro cerebro de decirnos: ¡Oye! ¡aquí hay que mirar esto! es cómo si nos señalara el camino hacia la curación. Lamentablemente, la mayoría de las veces no le hacemos caso.
Es importe que la madre pueda neuroprocesar la experiencia de parto vivida para que su cerebro pueda integrarla y ésta no quede encapsulada y disociada.
Neuroprocesar el parto traumático no sólo beneficia a la madre, la simbiosis o vínculo madre-bebé también se ve beneficiado. Integrar la experiencia ayuda a la madre a estar más presente para su bebé pues la energía que dedicaba su cerebro a sobrevivir al dolor de la experiencia traumática queda liberada.
Acompañar a mujeres a neuroprocesar su parto traumático es un honor para mí. Me genera una profunda satisfacción ver el alivio y liberación que se genera en la madre, esto la aporta calma y serenidad, y su bebé se beneficia de ello.


¿Cuándo sentimos Ansiedad?
Ante estímulos internos tales como pensamientos anticipatorios que generalmente nos producen miedo, sensaciones corporales, emociones, juicios y críticas internas… o ante estímulos externos considerados e interpretados como amenazantes para la preservación de nuestro sí-mism@.
Estímulo interno o externo intenso o muy intenso. Eventos psicológicos y/o sociales tales como:
- Anticipación de la crítica y/o burla
- Anticipación al juicio
- Anticipación al rechazo
- Miedo al fracaso y sus consecuencias
- Anticipación de peligros
- Anticipación de agresión
- Anticipación de pérdidas personales
- Etc.
Eventos traumáticos tales como:
- Accidente de coche
- Abuso sexual y/o violación
- Maltrato físico y/o psicológico
- Guerra
- Conflictos interpersonales
- Etc.
Estímulo interno o externo prolongado en el tiempo. Eventos psicológicos y/o sociales tales como:
- Crítica
- Desvalorización
- Exigencia muy alta
- Maltrato
- Abuso
- Etc.
Eventos traumáticos crónicos tales como:
- Abuso sexual y/o violación
- Maltrato físico y/o psicológico
- Negligencia parental
En definitiva, la ansiedad puede sentirse mucho tiempo después de haberse producido estos acontecimientos, por ejemplo, situaciones en las que al niño/a o persona dependiente no es cuidado y protegido adecuadamente, existiendo negligencia por parte de sus cuidadores, esto va creando unas sensaciones corporales de malestar que la persona deja de reconocer como de malestar pues es constante en el ambiente y con el tiempo o los años aparece una ansiedad que ya no sabe a qué se debe ni la asocia a ningún evento de su vida actual lo cual deja a la persona aún más angustiada pues no comprende que le está sucediendo.
Cualquier ejercicio de Mindfulness puede ser útil para rebajar los niveles de ansiedad y estrés.

La Ansiedad
La ansiedad y el miedo son experiencias sentidas de forma diferente, aunque con frecuencia los términos se usan indistintamente.
El miedo es una emoción básica que surge ante la anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad. Tiene una función apremiante orientada a la supervivencia, a provocar que uno escape del peligro.
Gracias al miedo conservamos la vida: nos empuja a tomar las medidas convenientes como huir, atacar, neutralizar amenazas, afrontar situaciones, adaptarnos, congelarnos (situaciones traumáticas), etc.
En definitiva, el miedo es una emoción protectora, un mecanismo de defensa y supervivencia que se asegura de preservar nuestra vida por encima de todo.
La Ansiedad es una respuesta a situaciones simbólicas, psicológicas o sociales, en vez de a la presencia física inmediata de peligro (Miedo).
Hay situaciones que suelen despertar sentimientos de ansiedad leve como, cumplir plazos de entrega ajustados, obligaciones sociales importantes o conducir con mucho tránsito. Esta ansiedad leve puede ayudar a mantenernos alerta y concentrados para enfrentarnos a situaciones amenazadoras o difíciles.
Es una respuesta ante la incertidumbre que surge cuando se ve amenazada la propia sensación de integridad, de coherencia, de capacidad personal, de continuidad laboral o relacional, o la sensación de no ser agente activo en nuestra vida.
Es un motivador clave de la acción humana y de la interacción. La capacidad de experienciar ansiedad es casi sinónimo de la capacidad de planear para el futuro, y el aumento de la activación asociado con la ansiedad puede mejorar el desempeño. También puede ser vivida bajo la forma de entusiasmo, dependiendo de cómo uno ve la situación.
La ansiedad resulta debilitadora y disfuncional cuando es intensa y crónica, cuando la persona está continuamente anticipando peligros o esperando que se repitan amenazas del pasado. Genera confusión o procesos cognitivos que dominan la conciencia, más que una tendencia de acción explícita.
La ansiedad misma es sentida en el cuerpo y generalmente es percibida como malestar, y es rechazada, lo cual alimenta la propia ansiedad.
Un primer paso importante en la sanación de la ansiedad es el estado de Mindfulness en el que podemos observar la experiencia tal y como ES.

Relación entre los tipos de Distrés
Cabe mencionar que los diferentes tipos de distrés están estrechamente relacionados y que unos pueden derivar en otros.
El distrés agudo habitualmente intenso y puntual, puede convertirse en distrés agudo episódico si resulta tener una frecuencia prácticamente diaria (forma de vida).
Si el distrés agudo es producido por un evento traumático y la sintomatología estresante perdura por más de un mes hablaríamos de estrés post-traumático.
Si el evento traumático se vive en el ambiente familiar o habitual hablaríamos de distrés crónico que naturalmente desemboca en estrés post-traumático.
Los ejemplos más típicos de eventos traumáticos son:
– accidentes
– desastres naturales (terremotos, inundaciones, huracanes…)
– atentados
– inesperadas muertes de alguien cercano
– asaltos, delitos o violaciones
– abusos sexuales o físicos
– secuestros
– negligencia parental durante la infancia

La Percepción Subjetiva del Estrés
Nos hacemos dos tipos de preguntas de forma automática ante situaciones estresantes.
- Percepción de la amenaza: ¿Esta situación representa una amenaza para mí? ¿Pone en mi peligro mi bienestar? Valoramos hasta que punto nos beneficia o perjudica.
- Percepción de los recursos: ¿Qué instrumentos tengo para hacer frente a esta situación? ¿Qué puedo hacer? Valoramos los recursos que poseemos, tanto personales y sociales, como económicos e institucionales, para hacer frente a la demanda del entorno. En función de esta valoración consideramos si poseemos los medios y capacidades para hacerle frente a la situación.
La combinación de estas dos evaluaciones determina que la situación sea percibida como un reto o una amenaza. En esta valoración tienen gran influencia las experiencias previas y el autoconcepto que tenga uno sobre sus propias habilidades y destrezas:
- Reto o desafío: consideramos que los recursos propios son suficientes frente a la situación. Movilizamos nuestros recursos y generamos sentimientos de eficacia y de logro (Eustrés).
- Amenaza: consideramos que no poseemos los recursos para hacer frente a la situación, nos sentimos desbordados por ella (Distrés). Generamos respuestas ansiosas y sentimientos de inseguridad e impotencia.
Existe la posibilidad de gestionar el estrés potenciando aquellas técnicas o recursos personales que nos ayudarán a enfrentarnos y adaptarnos al mismo.
Para más información al respecto puede consultarse: MC Mutual. (2008). “Stop al estrés: cómo gestionar el estrés laboral”.

Tipos de Estrés Principales
Existen dos tipos de estrés: eustrés (“buen estrés”) y distrés (“mal estrés”).
Siguiendo con los conceptos de Eustrés y Distrés, el nivel de activación de una persona está directamente relacionado con su rendimiento físico y psicológico.
El rendimiento se ve perjudicado cuando se somete a la persona a Distrés por exceso o por defecto de activación.
El nivel de máximo rendimiento denominado Eustrés o nivel de activación óptimo, se obtendrá cuando la persona rinda física y psicológicamente a niveles de activación, pero sin llegar a estados de agotamiento. Este hecho es posible porque se crea un equilibrio entre las demandas del entorno y las posibilidades del individuo (capacidad de respuesta) que rinde en todo su potencial.
