Inés Sierra - Psicóloga y Psicoterapeuta Humanista

Especializada en Trauma

Podemos afrontar aquella circunstancia o suceso que nos causa distrés de tres maneras diferentes: Directa, Defensiva o Evitativa.

I.Forma Directa: Nos enfrentamos a la fuente de estrés. Actuamos en dirección a la resolución de problemas.

1.Identificamos el problema (estresor o estresores), motivos de su aparición y objetivos a alcanzar. Ej. Aumento del volumen de trabajo debido a un aumento de las exigencias de la empresa; adaptación saludable.

2.Generar conductas alternativas posibles (brainstorming). Crear contrato. Ej. Realizar ejercicios de respiración, hacer una sola cosa a la vez, priorizar, recordar querer el bienestar, relajar músculos, realizar actividades que ayuden a rebajar el estrés fuera del trabajo, etc.

3.Evaluar resultados obtenidos. Ej. Revisar nuestro nivel de estrés en el trabajo y fuera de él, si las conductas alternativas han sido resolutivas o no, etc.

El afrontamiento confrontativo también es una forma directa de enfrentar el estrés, consiste en intentar cambiar el estresor. Primero debe identificarse la fuente de estrés y luego provocar un cambio en éste. Ej. Problemas con el jefe, expresarle la situación. (En este caso puede ser un Asertividad con resultados no siempre positivos)

Forma Defensiva: Las personas suprimimos los efectos emocionales del estrés cambiando la forma en la que interpretamos la situación estresante.

En cierta medida, es uno de los métodos más eficaces que utilizamos todos, son los mecanismos de defensa: Son una serie de estrategias o mecanismos psicológicos que las personas utilizamos para salvaguardar nuestra autoestima. Son automáticos y nos protegen frente a la ansiedad y las amenazas de origen interno (Ej. Sentimientos de inferioridad, culpabilidad) o externo (Ej. Críticas y desvalorización por parte de los demás).

A continuación los 9 mecanismos de defensa más comunes:

1.Negación: Negarse a reconocer que un suceso ha tenido o tiene lugar.

2.Represión: Rechazo de experiencias, pensamientos y deseos que consideramos vergonzosos, dolorosos o inaceptables.

3.Regresión: Regresar a conductas infantiles para buscar seguridad, soluciones y satisfacción.

4.Desplazamiento: Transferir sentimientos, deseos y emociones de un objeto (algo o alguien) a otro sustitutivo.

5.Proyección: Atribuir a las personas nuestros propios sentimientos, pensamientos, deseos y emociones.

6.Introyección: Asimilación de características de una persona, objeto o animal a nuestro “yo”.

7.Racionalización: Dar razones aparentemente lógicas para justificar errores, conductas y situaciones.

8.Formación reactiva: Expresar ideas y emociones opuestas a nuestras creencias, valores y sentimientos.

9.Sublimación: Transformación de deseos inconfesables en intereses y actividades socialmente aceptadas.

Las personas utilizamos estos mecanismos automáticos de defensa por no sentir el dolor y/o sufrir. Preferimos crear y adaptar la realidad o la situación estresante a nuestras propias circunstancias y así no tener que enfrentar el hecho real, por ejemplo, de tener problemas de parejas, laborales, familiares, etc.

Tod@s utilizamos diferentes mecanismos de defensa, lo negativo o perjudicial es hacerlo continuamente. Es decir, no poder ser conscientes y reconocer una situación problemática para nosotr@s o una realidad negativa.

Es importante destacar que el modo en que una persona resuelve los conflictos y en este caso las situaciones estresantes está estrechamente relacionado con el nivel de autoestima que posea.

Forma Evitativa: Otro modo de afrontamiento es la medicación, los psicofármacos son un modo de afrontamiento evitativo que generalmente no resuelven la causa del estrés. Hay muchas personas que no pueden tolerar estar pasando por un mal momento y que puede tener relación con “esa situación triste”, así que cuando sienten cierto alivio de los síntomas no quieren descubrir los motivos que le han llevado hasta esa situación.

A las personas con un alto nivel de autoestima no les preocupa tanto conocer la fuente del estrés o malestar y se arriesgan a que puedan ser ellos en parte responsables de la situación. Sin embargo, para una persona con la autoestima baja esta tarea es mucho más complicada de realizar.

Ser conscientes de cómo nos sentimos, de qué nos ocurre y de qué situaciones pueden estar creándonos un problema o dificultad requiere de nuestra voluntad y observación pues esto puede ser doloroso para nosotr@s. Sin embargo, cabe destacar que la falta de voluntad para darnos cuenta de lo que nos resulta incómodo o doloroso, paradójicamente, aumenta el sufrimiento y la baja autoestima.

 

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